Increíble,
¿sabés? Por esas cosas que solo desatan mi imaginación, es decir,
que no puedo entender, quise abrir un archivo y como no tengo el Word
indicado, pero sí el Office que tiene poderes sobrenaturales
para vencer las barreras del mundo
imperiocapitalistajudeocristinacristianoofascistamitológicoymás,
intenté abrirlo con ese.
Increible.
No sabés.
El
archivo se llama destierro, y
cuando le di abrir con un filtro que me ofrecía el programa, se
abrió.
Era una página en blanco. Vacía, completamente en blanco. Probé con todas las extensiones que había. Y son muchas, ¿sabés?
Me
encanta la idea de hacer crecer raíces en las plantas, más que la
idea, me encanta cuando crecen. Desconozco aún, eso es
algo que me queda por investigar en esta minuciosa tarea de
alquimista vegetal, cuando es el momento ideal para pasarlas a
tierra. Para que enraicen, para que crezcan, se vuelvan plantas
potentes y vigorosas, señoras plantas, arbustos o árboles. Da
igual, todo lo que tenga verde y esté vivo, o con posibilidades de
ser, me gusta verlo brotar, erguirse, soñar con bosques variados de
troncos imponentes, de proyección de sombras entre sus futuras
hojas, de pájaros que anidarán entre esas futuras hojas y tendrán
a su vez otros pájaros que se alimentarán de las numerosas otras
formas de vida que se reproducirán hacia el infinito.
O hasta que el
mundo se seque. Me gusta la vida, ¿sabés?
Ojalá me
hubieras escrito una carta alguna vez.
Quedaría
al menos una hoja como huella de una historia que nunca enraizó. Una carta de papel vegetal.
Y
sí, eso es el destierro, ¿sabés?
Tenemos
un hijo, es cierto. Y no hay mayor forma de vida que esa. Pero no sé.
No es lo mismo.
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