jueves, 27 de diciembre de 2012

El hombre en la pileta

El horror de no saber qué puede estar por pasar a nuestras espaldas. Así y todo, no nos damos vuelta a mirar, porque hay que salir corriendo, levantarse de un salto atolondrado, ayudándonos con grandes y virulentos cuerpos de cactus. Lonjas largas que pensadas desde ahora, pueden hacernos sonreír por lo burdo de la interpretación que vendrá después. Ni en los sueños puede uno dormir tranquilo; pero eso es agua de otro cántaro.

Las espinas nunca dolieron y cuando logro alejarme unos metros de la ribera de esa pileta, que dejaría a una olímpica en falta, ahí apenas puedo girar la cabeza y ver.
Un hombre gigante emerge de las aguas. Podría ser un hombre, pero es otra cosa. Los paseantes se desesperan, gritan, nada da más miedo que el terror. Caen como quien derrapa por una ladera de lava. Hunden sus patas en el barro, se apelotonan, luchan por escapar. A esa altura yo ya estoy arriba, en la cima que me defiende, en un rincón, pegada a la biblioteca por la que quiero trepar. Del grupo de gente llega una niña, pide en voz alta:
-Mis lápices, quiero mis lápices.
Y los palitos de colores varios llegan, como por arte de magia, desde el escalón final de la estantería; no del último estante, sino desde la madera que tapa al mueble. Entonces se que estoy preocupada por ella, ¿qué será de su pequeñez sin su familia?,¿cómo no está con ellos?
Tampoco tengo tiempo de detenerme a resolverlo. En la costa ya están fulminando al gladiador de cuerpo mórbido, ya le han volado la cabeza y poco a poco vendrá la calma. Ella volverá con los suyos. Voy pensando, mientras me oculto entre los arbustos entre medio del camino. Otros peligros pueden convertirse en pesadilla si me descubren ahí. Otros hombres, uno de ellos rubio en la noche, batallan un combate que me es desconocido. No entiendo ni el por qué, ni sus reglas. Parecen detectives en una misión secreta. Uno de ellos tomará de un minúsculo frasquito azul y morirá al instante. El veneno de acuarela es difícil de sobrevivir.
Estoy otra vez abajo. Me quedo viendo con los demás, la estela verde que permanece flotando en la pileta, los rastros pigmentados de un monstruo que ya no late, pero que volverá para vengarse. Por el momento podemos respirar aliviados. Sólo por el momento.
Tal vez ahí recuerde que tengo que ir a una fiesta, quizá ya lo sabía y todo eso pasó antes. Quiero volver a casa, me tengo que cambiar. Camino sin compañía por el borde de una ruta. Pasan autos a una velocidad descomunal. En la mayoría de ellos viajan mis amigos, asoman los brazos y los torsos por el techo, las ventanillas, aúllan y ríen a carcajadas. A mi me parece peligroso, deberían parar. No sabemos cuánto puede durar ese tráfico alienado, doble mano, van y vienen. Sigo caminando, llego por fin a casa y me pongo otra ropa. Los pensamientos anticipan una vuelta al día a día, eso también recién puedo saberlo ahora. Mientras tanto pensaré por qué voy a ir a una fiesta de casamiento si los novios ya están en su luna de miel. ¿No irán a la celebración en medio del campo?. A lo mejor no. Me voy preparando y el nuevo sobresalto cobra forma. Palpita mi corazón, porque así es el susto. Detrás de la persiana, levantada a medias, el tercer hombre, o el cuarto, el último, cae de espaldas, aterriza desde el cielo, de espaldas y sobre sus dos pies, en la mesa de jardín que existe en el mundo real. Está vestido de negro, con una polera y un pantalón. Tardo en darme cuenta, me aferro de la correa que me va a proteger del afuera. Voltea, siempre en la misma posición, desata los nudos de las sogas que lo sostenían y reconozco esa cara. -Me asustaste-, le digo entonces. Y paso a paso me voy desenredando los restos de ensoñación.

2 comentarios:

Celeste Mercau dijo...

Parece loco, pero hoy me desperté de un sueño más loco aún.En mis sueños estaba con mis amigas en una pileta y antes de poder meternos, una de ellas dice:- ¿ofreciste algo al hombre verde? y yo le preguntaba ¿para que? ¿de que estas hablando?
ella nos contaba que era la única manera que teníamos para no ser atacadas por el.
En cuanto me despierto,lo busco en Google y me lleva a tu blog.

Esperanza Van Nooit dijo...

Parece loco...sí; quizás existan algo así como "redes oníricas sociales" :)... quizás el hombre en la pileta es un visitante asiduo de sueños...quizás, quizás, quizás. Seguime contando tus sueños y quién sabe, a lo mejor y la próxima voy a parar yo a tu blog!
Saludos!