las flores ebrias
Las flores se emborrachaban a veces
una vez por mes, o quizás dos
como malas damas
que han sido despedidas del paraíso
Yo me las cruzaba en el descanso de la
escalera
y les preguntaba por su estado,
por sus hijos, el trabajo
y tambien por sus sueños
y tambien por sus sueños
Con la lengua entumecida
me contestaban a puro desgano
batidas a duelo con la vida,
descreídas de la muerte
Sin mayor opción que una botella rasposa,
me decían que querían partir
y que querían dejar el barrio
que nada de lo que les habían
prometido
ni nada de las palabras de sus padres
ni siquiera la esperanza
ni la voluntad
Yo les sonreía entonces
como si en ese gesto
como si en ese gesto
pudiera devolverles alguna raíz
algunas gotas de rocío
una caricia de sol para mitigar
un jardín que quedara un poco más
allá
de este acá demasiado más árido
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