viernes, 14 de diciembre de 2012

las flores ebrias

Las flores se emborrachaban a veces
una vez por mes, o quizás dos
como malas damas
que han sido despedidas del paraíso

Yo me las cruzaba en el descanso de la escalera
y les preguntaba por su estado,
por sus hijos, el trabajo
y tambien por sus sueños

Con la lengua entumecida
me contestaban a puro desgano
batidas a duelo con la vida,
descreídas de la muerte

Sin mayor opción que una botella rasposa,
me decían que querían partir
y que querían dejar el barrio
que nada de lo que les habían prometido
ni nada de las palabras de sus padres
ni siquiera la esperanza
ni la voluntad

Yo les sonreía entonces
como si en ese gesto
pudiera devolverles alguna raíz
algunas gotas de rocío
una caricia de sol para mitigar
un jardín que quedara un poco más allá
de este acá demasiado más árido


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